I.
-Entonces ustedes son los Dragones que tanto alboroto han causado a lo largo de todo Sonestia, verdad?
-Alboroto es una forma muy cruel de llamar nuestro paso a través de Borshin... Digamos... que hemos tenido pequeños contratiempos.
-Claro, claro... Contratiempos. Despues de todo ¿Que es una vida sin emoción, no es asi? Ustedes los Dragones simplemente no pueden alejarse de los problemas, es casi como si donde ustedes se encontraran fuera seguro que la mala suerte aparecera.
-Mala suerte... claro.
* * * * *
La mayoria de miradas recaian sobre aquel... Esos rasgos no podian pasar desapercibidos, y mucho menos a estas personas. Todos, con sentidos agudizados y con conocimientos mas profundos incluso que los de los pocos Zenobianos que andaban libres por el mundo, lo veian enigmatico.
Las luces de aceite en el techo que colgaban de aquellos cables dorados alumbraban bien a los dos nuevos Dragones llegados a la ciudad... Y el gran Sacerdote Lucassen continuaba con su pequeña platica.
-Asi es, mala suerte... Pero no se preocupen, pues Griez ha sido neutral por siglos y en esta guerra no cambiara nada.
-Eso... -Comentaba Säbel al tiempo que tomaba la conversación para si misma.- Eso puede ser un problema gran Antiguo... Le recuerdo que la Reina Sarla no se ha tentado el corazón con ninguna de las civilizaciones a las que les ha prometido su neutralidad, o alianza.
Ante la respuesta, el anciano y algunos de sus seguidores simplemente vieron al techo abovedado del templo mientras suspiraban.- Nosotros tampoco somos iguales a los demás, querida dama... La guerra tal cual no nos incumbe y en estas fechas no hay nada que nos haga cambiar de opinión acerca de eso.
-Si, lo sé, honorable...- Dijo la dama mientras se levantaba del suelo.- Y te agradesco desde el fondo de mi corazón que permitas que mis hermanos Retornantes y yo podamos pasar una noche sin tener que temer por nuestras vidas, y tengamos un lugar confortable para comer.
-No tienes porque agradecerme, querida niña.- Dijo el anciano al tiempo que tomaba una pipa dorada de la mesa y la encendia con tranquilidad-. Nos alegra que venga gente especial como tu... o como tu amigo Durkill, a nuestra pequeña villa...
"Eso indica el fin de la Ultima Epoca de Guerra..."
II.
-¿Esa es la maldita ciudad? ¡Pudieron haber mandado tan solo una unidad de mercenarios... y no hacernos perder el tiempo llamandonos a nosotros!
-¿Y crees que todo lo dejan al azar, querido amigo? No... Ella sabe porque lo hace. Todo tiene un porque... Una explicación...
-Me sigue pareciendo una tonteria... Enviar todo el ejercito de la Llaga Eterna solo para destruir una pequeña civilización, y capturar a una traidora... Igualmente la Reina la matara, no entiendo porque no mejor nos permite hacerlo en todo caso a nosotros...
-Ya te dije... Todo tiene una razón... Mejor ve preparando a todos los Necromantes, ya casi es hora de que hagamos nuestra tarea.
* * * * *
Caminando entre las calles empedradas de Griez, Deneb la hechicera Sarliana admiraba las construcciones de todas las casas y catedrales... Porque en Griez habia muchas catedrales, ademas de la del Sonido (y principal); Estaban tambien la Cairene-Mi`Talleon y la Cairene-Mi`Oxua, Catedrales de la Guerra y del Viento respectivamente. Hechas la primera con piedras volcanicas del color de la misma sangre y puestas como si fueran escamas, mientras la segunda parecia hecha conpequeños diamantes y entrelazados unos con otros por algun sello magico que las hacia "revolotear" en sus cimientos.
No hacía mucho que habia llegado a la ciudad, y aun asi no habia tenido el tiempo para dar recorridos a sus alrededores... Su propia paranoia, su propio temor y traición la hacian dudar incluso de la hospitalidad de los seres que inhabitaban aquella ciudad. Intentaba observar cada uno de los detalles de aquella hermosas construcciones informales y aun asi no podia dejar de voltear por encima de su hombro con cada uno de los movimientos que el viento tramaba en su delicado y hermoso cuerpo.
"Estoy mal, mal, mal... Mejor sería si continuo con mi camino, al fin que la guerra ya no es una de mis prioridades..."
-¡Todos a las torres! ¡Todos a las barreras! ¡Se acerca un ejercito!
III.
Viajar, viajar, viajar, viajar...
Darle vueltas al mundo en menos que sus lagrimas hubieran tocado el suelo.
Tenia tantas ganas de verla nuevamente... Trabajar para ella, andar por el piso en que ella caminaba, oler sus aromas y disfrutar sus fragancias asi como sus platicas...
¿Pero seguiria viva? Habian pasado muchos años... Demasiados... Y la guerra parecia realmente ser una cruenta. Ælex deseaba convivir de nuevo con aquella a la que consideraba su hermana, su pequeño amor, su dulce condicion.
Y aun asi sabia donde se encontrabva, no le era ningun problema pensar en esa persona... Pero no dejaba de recordar a la otra chica... Aquella hechicera que aunque le tuvo miedo, quedaron ambos clavados dentro del otro por alguna extraña, y segun él, estupida razón.
Algo dentro de él, algo muy antiguo le recordaba a la dama de la Luna, la dama de la Niebla... El espiritu de la Gran Madre...
-Que idiota soy.- Se dijo a si mismo, mientras llegaba a unas grandes planicies, cercanas a la desembocadura del rio Mareek al sur.- Tengo recuerdos de algo a lo que me dedico a exterminar ahora... ¿No será que me estan dando remordimientos?
El viaje a tarves de el largo continente de Borshin debia haber cansado a cualqueir otro viajero, y más queriendo viajar a su velocidad... Ælex era muy, muy diferente...
lunes, marzo 10, 2008
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